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Nuevo Examen PAU 2025
03Jun

PAU 2025: modelo único de examen y penalización por faltas de ortografía

Más de 300.000 estudiantes de Bachillerato se preparan estos días para enfrentarse a una selectividad que marca un antes y un después en la educación española. La Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) de 2025 introduce cambios significativos que afectan tanto al formato como a los criterios de corrección, siendo la primera alineada con la Lomloe o ley Celaá.

Este año los estudiantes han tenido que lidiar con una complicación adicional: los modelos de examen llegaron tarde, varias semanas después de que el año académico hubiera comenzado. El problema surgió porque el Ministerio de Educación aprobó el nuevo decreto en verano, dejando poco margen para readaptar los exámenes antes del inicio del curso.

Los nervios se palpan en bibliotecas y centros de estudio donde los jóvenes apuran las últimas horas de preparación. Pero esta vez la presión es doble: no solo deben dominar el temario, sino adaptarse a un formato completamente renovado que pone el foco en competencias hasta ahora menos evaluadas.

Fechas y estructura: lo que permanece igual

La nueva PAU mantendrá su estructura temporal tradicional. Se realizará en toda España los días 3, 4, 5 y 6 de junio, con la excepción de Canarias, donde comenzará el 4 de junio y terminará el 7, y Cataluña, que celebrará sus exámenes los días 11, 12 y 13 de junio.

Cada examen conserva su duración de 90 minutos y los estudiantes deben presentarse obligatoriamente a cuatro asignaturas en la fase general. Las comunidades autónomas con lengua cooficial mantienen una quinta prueba obligatoria, lo que añade complejidad al proceso para estos estudiantes.

El sistema de puntuación también permanece inalterado. La nota final se calcula teniendo en cuenta que la calificación de Bachillerato supone un 60% y el 40% procede de la fase general. Los estudiantes que realicen la fase específica u opcional pueden llegar hasta 14 puntos, siendo esta fase la que permite sumar esos cuatro puntos adicionales.

Asignaturas obligatorias de la fase general

Las materias de evaluación obligatoria siguen siendo las mismas: Lengua Castellana y Literatura, Historia de España o Historia de la Filosofía, Lengua extranjera (inglés, francés, alemán, italiano o portugués) y la materia de modalidad correspondiente a cada rama de Bachillerato.

Dependiendo de la modalidad cursada, los estudiantes pueden elegir entre diferentes opciones. Por ejemplo, quienes hayan cursado Ciencias y Tecnología pueden escoger entre Matemáticas o Matemáticas aplicadas a las Ciencias Sociales. Los de Humanidades y Ciencias Sociales eligen entre Latín o Matemáticas aplicadas a las Ciencias Sociales.

Las revolucionarias novedades de 2025

Los cambios introducidos este año transforman radicalmente la filosofía de la selectividad. El más llamativo afecta directamente a algo que muchos estudiantes habían descuidado: la ortografía.

Penalización por faltas de ortografía

Por primera vez en la historia de la selectividad, las faltas de ortografía podrán bajar la nota hasta un 10% (un punto). Esta medida se aplica de manera general, aunque la ministra de Educación, Pilar Alegría, puntualizó que el criterio podrá modificarse para alumnado con necesidades educativas especiales, como los que presenten dislexia.

La penalización se intensifica en determinadas materias. En los exámenes de Lengua castellana o las lenguas cooficiales, el porcentaje se eleva hasta el 20% (dos puntos). Para las pruebas de lenguas extranjeras, la penalización alcanza el 15% (1,5 puntos).

Esta medida ha generado debate entre estudiantes y profesores. Algunos la consideran necesaria para elevar el nivel de expresión escrita, mientras otros temen que penalice excesivamente errores puntuales en momentos de alta presión.

Enfoque menos memorístico y más competencial

El cambio más profundo afecta a la naturaleza misma de las preguntas. Los ejercicios de la nueva selectividad tendrán un enfoque menos memorístico y más "creativo". Esto significa que los estudiantes ya no podrán limitarse a reproducir información memorizada, sino que deberán demostrar su capacidad de análisis y razonamiento.

Solo un 30% de las preguntas podrán ser de respuesta cerrada, lo que elimina en gran medida las preguntas tipo test o de opción múltiple. El 70% restante requerirá respuestas desarrolladas donde los estudiantes deberán argumentar, analizar y sintetizar información.

Además, un 20-25% de la calificación de cada examen vendrá de preguntas "competenciales", que requieren respuestas más reflexivas y aplicación práctica del conocimiento adquirido.

Adiós a la opcionalidad: modelo único de examen

Una de las novedades que más impacto tendrá en la preparación es la reducción de la opcionalidad. A partir de este año, se proporcionará al estudiante un único modelo de examen por materia.

Hasta ahora, los estudiantes podían elegir entre dos modelos diferentes para cada asignatura, lo que favorecía que pudieran prepararse solo una parte del temario. Esta estrategia desaparece completamente en 2025, obligando a una preparación más integral y completa de todas las materias.

"Ya no hay que aprendérselo de memoria y vomitar, sino que hay que llevarlo a un razonamiento más complicado", explica una estudiante mientras repasa en la biblioteca.

¿Cuál es el impacto para los estudiantes?

Estos cambios están transformando radicalmente la manera en que los estudiantes se preparan para la selectividad. Las academias y centros de estudios han tenido que readaptar completamente sus programas para enfocarse en el desarrollo de competencias más que en la memorización de contenidos.

La gestión del tiempo durante el examen se vuelve crítica. Sin la posibilidad de elegir entre diferentes modelos o centrarse en preguntas más familiares, cada estudiante debe estar preparado para responder a todas las cuestiones planteadas con la misma profundidad y calidad.

Las habilidades de expresión escrita cobran una importancia renovada. No basta con saber la respuesta; hay que saber comunicarla de manera clara, coherente y sin errores ortográficos. Esto requiere un tipo de preparación que va más allá del estudio tradicional de contenidos.

Nuevos desafíos para el sistema educativo

La implementación de estos cambios no ha estado exenta de dificultades. El retraso en la publicación de los modelos de examen ha generado incertidumbre tanto en estudiantes como en profesores, que han tenido que adaptar sus métodos de enseñanza sobre la marcha.

Los centros educativos han trabajado intensamente para preparar a sus estudiantes para este nuevo formato, pero la falta de tiempo ha sido un factor limitante. Muchos profesores han tenido que improvisar estrategias de preparación basándose en interpretaciones de las nuevas directrices.

Las editoriales de libros de texto también se han visto afectadas, teniendo que actualizar sus materiales para alinearse con el nuevo enfoque competencial, un proceso que llevará tiempo completarse.

¿Y el futuro de la educación?

La nueva PAU de 2025 representa más que un cambio de formato; es una apuesta decidida por un modelo educativo que prioriza el pensamiento crítico sobre la memorización. Este enfoque se alinea con las tendencias educativas internacionales y las demandas del mercado laboral del siglo XXI.

Los estudiantes que se adapten exitosamente a este nuevo modelo no solo tendrán más posibilidades de acceder a la universidad, sino que llegarán mejor preparados para los desafíos académicos y profesionales que les esperan.

Sin embargo, este cambio también plantea interrogantes sobre la equidad del sistema. Los estudiantes de entornos socioeconómicos más favorecidos pueden tener más fácil acceso a recursos adicionales para desarrollar estas nuevas competencias, lo que podría ampliar las brechas educativas existentes.

Para mantenerse informados sobre las últimas actualizaciones y detalles específicos de cada comunidad autónoma, los estudiantes pueden consultar el portal oficial del Ministerio de Educación o contactar directamente con las universidades de su interés.

La selectividad de 2025 marca el inicio de una nueva era en la educación española. Los más de 300.000 estudiantes que se presentan este año son los pioneros de un sistema que busca formar ciudadanos más críticos, creativos y competentes. Su experiencia sentará las bases para las futuras generaciones de universitarios españoles.

El tiempo dirá si estos cambios logran sus objetivos de mejorar la calidad educativa y preparar mejor a los jóvenes para el futuro. Lo que es seguro es que la educación española está viviendo una transformación histórica de la que estos estudiantes son los primeros protagonistas.

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